Apenas han pasado cinco días desde su lanzamiento, pero la resaca que ha dejado MindsEye se siente como si llevara meses entre nosotros. Lo que debía ser la consagración de un proyecto liderado por una de las mentes tras GTA 5 se ha convertido en el estudio de caso de un lanzamiento fallido. La narrativa ha dado un giro de 180 grados: hemos pasado de las acusaciones de sabotaje por parte de sus creadores a una disculpa pública por el estado técnico del juego. Esta es la crónica de una semana caótica que deja muchas preguntas en el aire.

Una tormenta perfecta: sin análisis y con acusaciones de sabotaje

Para entender el caos actual, hay que retroceder un par de semanas. El ambiente previo al lanzamiento ya estaba enrarecido. La primera señal de alarma, y una que nunca falla, fue la decisión de Build a Rocket Boy de no distribuir copias de análisis a la prensa. Cuando un estudio oculta su juego hasta el último segundo, la desconfianza es inevitable. ¿Qué intentaban esconder?

En medio de ese silencio autoimpuesto, la polémica estalló en su propio canal de Discord. Mark Gerhard, codirector del estudio, afirmó con rotundidad que existía una campaña de odio organizada y financiada para desprestigiar MindsEye. Señaló al pasado de su socio, Leslie Benzies, en Rockstar como posible origen del rencor. Una acusación gravísima, lanzada sin pruebas, que en lugar de generar empatía, solo consiguió que la comunidad arqueara todavía más la ceja. La estrategia era, cuanto menos, desconcertante: un estudio que se negaba a que la gente probara su juego, pero que al mismo tiempo denunciaba un complot en su contra.

El día del juicio: un lanzamiento que confirmó los peores temores

El 10 de junio llegó, y con él, la verdad. MindsEye aterrizó en las tiendas digitales y no tardó en quedar claro por qué habían evitado los análisis. El juego era un campo de minas de errores, problemas de rendimiento y fallos técnicos. La experiencia era tan deficiente que la situación alcanzó un punto crítico: PlayStation comenzó a ofrecer reembolsos a los compradores descontentos, una medida drástica que solo se reserva para los lanzamientos más problemáticos.

A pesar del desastre técnico, algunos jugadores han señalado que bajo las capas de errores se esconde un juego con elementos interesantes y un núcleo con potencial. Una lástima que esa promesa quedara sepultada por una ejecución que, sencillamente, no estaba a la altura de un lanzamiento comercial.

La sentencia del editor que resonó en la industria

Justo un día después de este accidentado estreno, el 11 de junio, las palabras del editor del juego, IO Interactive, cobraron un nuevo significado. En una entrevista con IGN, Hakan Abrak, CEO de la compañía, fue preguntado por la supuesta campaña de odio. Su respuesta fue un misil directo a la línea de flotación de la narrativa de Build a Rocket Boy: «No lo sé. No lo creo».

Y remató con una frase lapidaria: «Solo pienso que el juego debería hablar por sí mismo». Viniendo del socio que publica el título y pronunciada con el juego ya en el mercado mostrando sus costuras, la declaración sonó a una desautorización en toda regla. IO Interactive se distanciaba del drama y ponía el foco donde siempre debió estar: en la calidad del producto final.

De la conspiración a la disculpa: el estudio admite el fracaso

Con el juego suspendido por los usuarios y la teoría del sabotaje desmontada por su propio editor, a Build a Rocket Boy no le ha quedado más remedio que cambiar de discurso. En una reciente declaración en Reddit, el tono es radicalmente distinto. El estudio se muestra «desconsolado por el hecho de que no todos los jugadores hayan podido experimentar el juego como pretendíamos».

Atribuyen la mayoría de los problemas a una «fuga de memoria» que, según ellos, afectaba «aproximadamente a 1 de cada 10» de sus jugadores. Una explicación técnica que, para muchos, se queda corta ante la magnitud de los fallos. Aún así, han prometido un hotfix inminente y otros dos parches antes de que acabe junio para intentar enderezar el rumbo. La prioridad, dicen ahora, es «optimizar el rendimiento y la estabilidad».

La gran pregunta es si llegarán a tiempo. La confianza de los jugadores está rota, y las promesas de futuros arreglos son un recurso agotado en esta industria. MindsEye se encuentra en una encrucijada: o sus creadores obran un milagro técnico en tiempo récord o el juego pasará a la historia por su caótico nacimiento y no por las ideas que, quizás, se esconden bajo sus ruinas.

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